Alimentación de los cinco mil (Marcos 6:30-35)

La multiplicité des pains, James Tissot (1886-1896)

La multiplicité des pains, James Tissot (1886-1896)

Los apóstoles se reunieron con Jesús, y le informaron sobre todo lo que habían hecho y enseñado. Y El les dijo: Venid, apartaos de los demás a un lugar solitario y descansad un poco. (Porque había muchos que iban y venían, y ellos no tenían tiempo ni siquiera para comer.) Y se fueron en la barca a un lugar solitario, apartado. Pero la gente los vio partir, y muchos los reconocieron y juntos corrieron allá a pie de todas las ciudades, y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, El vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas. Y cuando era ya muy tarde, sus discípulos se le acercaron, diciendo: El lugar está desierto y ya es muy tarde; despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y se compren algo de comer. Pero respondiendo El, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y ellos le dijeron: ¿Quieres que vayamos y compremos doscientos denarios de pan y les demos de comer? Y El les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id y ved. Y cuando se cercioraron le dijeron: Cinco, y dos peces. Y les mandó que todos se recostaran por grupos sobre la hierba verde. Y se recostaron por grupos de cien y de cincuenta. Entonces El tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, los bendijo, y partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran; también repartió los dos peces entre todos. Todos comieron y se saciaron. Y recogieron doce cestas llenas de los pedazos, y también de los peces. Los que comieron los panes eran cinco mil hombres. Enseguida hizo que sus discípulos subieran a la barca y fueran delante de El al otro lado, a Betsaida, mientras El despedía a la multitud.

 

Comentario por San Juan Crisostomo (siglo IV):


    Y mandando a la muchedumbre que se sentara sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces; y alzando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes y se los dio a los discípulos y éstos a la muchedumbre. Y comieron todos y se saciaron y recogieron de los fragmentos sobrantes doce cestos llenos, siendo los que habían comido unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

    ¿Por qué alzó los ojos al cielo y bendijo? Para que se creyera que El había salido del Padre y era igual a El. Pero las pruebas de ambas cosas parecían contradecirse. Demostraba la igualdad el que todo lo hacía con potestad propia; pero que hubiera venido del Padre no lo habrían creído sino viéndolo obrar todas las cosas con humildad y refiriéndolo todo al Padre e invocándolo para las obras que llevaba a cabo. Por tal motivo, no hace ni sólo una cosa, ni sólo la otra, para confirmar ambas verdades: hace los milagros con plena potestad unas veces y otras invocando al Padre. Y para que no pareciera que en esto había contradicción, en las cosas de menor importancia alza sus ojos al cielo; pero en las de mayor importancia procede con potestad propia: para que comprendas que también en las cosas menores su potestad no la recibe de otra parte, pero que honra a su Padre.

    Cuando perdonó los pecados y abrió el paraíso para introducir al ladrón, y cuando con imperio abrogó la Ley antigua y cuando resucitó innumerables muertos y cuando enfrenó el mar y descubrió los secretos de los corazones y creó los ojos -obras todas propias de sólo Dios y no de otro-, jamás se dice que rogara; en cambio cuando procuró que los panes superabundaran -cosa que es, con mucho, inferior a esas otras-, alza los ojos al cielo, demostrando así lo que ya dije; y enseñándonos a no sentarnos a la mesa antes de dar gracias a Dios que nos proporciona el alimento.

Homilías Sobre el Evangelio de San Mateo, Homilia XLIX (tr. del griego por Padre Rafael Ramírez Torres, SJ)