¿Qué dará el hombre a cambio de su alma?
Insiste en lo mismo. Como si dijera: ¿tienes acaso otra alma que des a cambio de la tuya? Si pierdes tus riquezas, las puedes suplir con otras; y lo mismo si pierdes tu casa o tus esclavos u otra cualquiera posesión que tengas. Pero si pierdes tu alma no podrás dar otra. Aun cuando poseas el mundo y seas rey del universo; aunque pongas en la balanza todas las cosas del orbe y al orbe mismo íntegro, no puedes redimir una sola alma.
Pero ¿es acaso admirable que así suceda respecto del alma, cuando aun en las corporales cosas lo mismo se puede observar? Aun cuando estés con mil diademas coronado, si tu cuerpo estuviere enfermo de una dolencia incurable, no lograrías, ni aun dando de regalo todo el reino, alcanzar la salud; y esto aun cuando añadieras otros muchos cuerpos y ciudades y riquezas. Pues piensa lo mismo acerca de tu alma; y con mayor razón tratándose del alma. Dejando, pues, todo lo demás, ocúpate de ella con todas tus fuerzas. No te preocupes de las cosas de los demás con descuido de ti mismo y de tus intereses, cosa que ahora todos hacen, pareciéndose a los que trabajan en las minas que ninguna utilidad ni riqueza sacan de semejante trabajo, sino muy grave daño, pues en vano se exponen a los peligros en bien de otros, sin obtener para sí ganancia de los sudores y aun de la muerte que muchas veces les acontece. Y actualmente tienen éstos muchos imitadores que andan en busca de riquezas para otros. Y hasta son más miserables que los dichos mineros, pues al fin de sus muchos trabajos les espera la gehena. A los mineros la muerte les acarrea el término de sus sudores, pero a los otros les resulta el comienzo de sus padecimientos.
Y si dices que tú, siendo rico ya disfrutas de tus trabajos, muéstrame la alegría y gozo de tu alma y entonces te lo creeré. El alma es lo principal de todo lo que poseemos; y si el cuerpo engorda mientras ella enferma, de nada te sirve toda tu abundancia. Pues así como cuando la esclava se goza, su gozo de nada sirve a su ama que está moribunda, y así como en nada ayuda el ornato de los vestidos al cuerpo enfermo, así tampoco la riqueza al alma; sino que de nuevo te repetirá Cristo: ¿Qué podrá dar el hombre a cambio de su alma? y continuamente ordenará que te ocupes en salvarla y que de sólo eso tengas cuidado.
– Homilías Sobre el Evangelio de San Mateo, Homilia LV (tr. del griego por Padre Rafael Ramírez Torres, SJ)